domingo, 25 de mayo de 2014

Comunicación y Sexualidad, una relación muy estrecha.

Comunicación y Sexualidad, una relación muy estrecha.

El ser humano, por diseño y naturaleza, necesita comunicarse, no sólo de manera verbal, sino también expresando sus emociones profundas de las más variadas formas. Por esa razón, somos la única especie de seres vivos que hace arte.
Sin embargo, el encuentro sexual también es una forma de comunicación, la más íntima forma de comunicar que tienen los varones las mujeres, para comunicar, en un lenguaje único expresivo, lo valiosa o importante que otra persona es para nuestras vidas.
Al besar al cónyuge, no es que simplemente sellamos sus labios con los nuestros. Le decimos, con ese gesto sensual, lo que no alcanza con las palabras para ser expresado. De hecho, algunos autores señala el beso tiene una significación de intimidad mucho más grande que el acto sexual en sí mismo, porque implica un acto de compromiso y relación que entraña buena forma de comunicación mucho más sutil y profunda.
Quienes ven a la sexualidad como “Un mal necesario” para la procreación, se pierden del privilegio de crecer en conocimiento y armonía con una persona. La sexualidad bien entendida en la forma de comunicación más profunda al alcance del ser humano.
Hay, por otra parte, otro aspecto que necesita ser considerado, y es con cuánta frecuencia o con cuánta naturalidad los cónyuges hablan sobre sexualidad. La tendencia es que el tema sexual es algo que no se conversa con amigos o con conocidos, aunque paradójicamente las personas están deseosas de hablar con otros acerca de sus dificultades sexuales o de sus miedos al respecto.
Tampoco suele ser tema que se aborde con tranquilidad en la pareja. Suele estar vestido de un manto de secreto. Hay demasiado misterio e intriga en relación con el sexo. Cuando eso sucede, el resultado siempre es distorsión, neurosis y mala comprensión.
Es preciso hablar no sólo sobre lo que experimentamos, sino también sobre lo que nos gustaría experimentar. Cuando no se habla con honestidad y de manera transparente, entonces las parejas instalan una valla en su relación que a medida que se van pasando los años, se hace más difícil de derrumbar. En la teoría de la inteligencia sexual se sugiere que uno de los elementos clave es la comunicación, en la que las personas aprendan a ser sinceras consigo mismas y con su pareja, siendo explícitas en cuanto a quiénes son como seres sexuales.
El contacto físico no sexual es una buena forma de expresión, que ayuda a las parejas en su sexualidad. Cuando las parejas a lo largo del día no se tocan, no se toman de las manos o no tienen gestos en los que haya algún tipo de expresión física no sexual, le envían a sus parejas mensajes confusos que luego se traduce en la relación sexual, a menudo por resultados desastrosos. Una pareja que tiene un buen desarrollo psicosexual expresa de diversas maneras la alegría que le proporciona la presencia de la persona amada. Cuando eso no se produce, lo que hay es un síntoma de que algo malo está ocurriendo en su adaptación sexual. La vida y la conducta cotidianas hablan mucho más de la adaptación sexual de lo que algunas personas creen.
Sensualidad, la base del sexo.
El ser humano está creado para el goce sensual. Los sentidos están tan íntimamente relacionados con la vida humana que no se pueden obviar. El escuchar una música agradable, el observar un paisaje lleno de colores, el comer una comida llena de sabor, todo eso llena de alegría y una gran satisfacción emocional. Sin embargo, cuando se llega al tacto, la mayoría de las personas frunce la nariz como si aquello no fuera parte de la emoción de vivir.
Una pareja tiene que aprender a usar del contacto de su piel. El tacto es también un sentido dotado de una extraordinaria gama de sensaciones, que no solo son agradables, sino también representan una oportunidad de comunicarse en otro nivel. Como dijera el antropólogo Asheley Montagu: “Sin comunicación táctil, lo que el cuerpo siente y dice sin palabras, la experiencia sexual puede ser, el mejor de los casos, incompleta.” Muchas personas parecen obviar que la sexualidad se vive en la piel. El contacto es uno de los más importantes sentidos que están involucrados en el acto sexual. No entenderlo ni aceptarlo condena a quienes así piensa a no gozar de una de las bendiciones de la sexualidad, experimentar una forma de comunicación sólo posible mediante el tacto.
Por eso, es importante hablar de los estímulos sexuales, que difieren entre una persona y otra, del mismo modo que las zonas erógenas en el cuerpo. En primer término, lo que estimula una persona no necesariamente moviliza a otra. Del mismo modo, hay zonas del cuerpo que son más proclives a ser estimulantes para unos y no para otros. En esto, lo que vale es el principio de comprensión y conocimiento del cuerpo del amado. Para eso, es preciso que la pareja dialogue y converse con precisión acerca de lo que le hace sentir bien y lo que le produce rechazo. En lo que se refiere a la sensualidad y el goce sensual, no hay que dejar nada a la imaginación o jugar a las adivinanzas. Hay que hablar directamente y sin tapujos; de otro modo, la sexualidad se hunde en la rutina y no ayuda a la pareja.
Las posiciones sexuales.
Se ha escrito mucho sobre las posiciones sexuales pero en general se ha olvidado el principio básico de las características de cada pareja.
Un libro que se ha convertido en casi mítico es el Kamasutra, publicado en la india hace muchos años. En realidad, es un libro de religión, y la parte menor, pero la más publicitada, es la que hace referencia a la posiciones sexuales. Cuando se lee este libro, francamente hay que ser atleta o gimnasta para poder adoptar algunas de las posiciones que sugiere, tal vez más por fantasías que por realidad.
En toda relación sexual se dan algunas respuestas que son más o menos fijas. La posición sexual que se elija debiera procurar lograr dichas respuestas. Las faces de respuestas fueron estudiadas y documentadas por primera vez por Masters y Johnson, y luego otros especialistas han ahondado en el tema, pero sin grandes variaciones con respecto a los descubrimientos iniciales.
Entendiendo lo anterior, el factor más importante para elegir como una determinada posición sexual tienen que ver fundamentalmente con la anatomía de la pareja. Hay posiciones que simplemente algunas parejas no les sirven porque sus cuerpos, constitutivamente, no están en condiciones de realizarlas. Nadie debería sentirse mal por eso, al contrario. Además, se han creado tantas expectativas al respecto que sólo mencionar el tema a algunos los pone nerviosos. Es la pareja quien debe decidir qué es mejor para ellos y qué les satisface más.

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